De los datos a la acción: cómo convertir la información en decisiones de salud comunitaria
- Carlos A. Valenzuela

- 24 oct
- 3 Min. de lectura
Un taller, tres comunidades y una misma pregunta: ¿cómo transformar los números en cambios reales?
Cuando los datos cobran vida
Siempre lo he dicho: los datos por sí solos no salvan vidas. Pero cuando una comunidad logra leerlos, interpretarlos y transformarlos en decisiones, los números comienzan a contar historias… y esas historias cambian destinos.
Esa fue la idea que dio origen al taller “De los datos a la acción: Análisis y priorización de los problemas de salud en la comunidad”, desarrollado en el marco del X Congreso Internacional de Salud Intercultural en la Universidad Intercultural del Estado de México.
Durante tres horas, entre lápices, hojas y muchas conversaciones, estudiantes y docentes de la Licenciatura en Salud Intercultural vivieron un espacio donde el análisis epidemiológico se volvió humano, colaborativo y profundamente cultural.
El reto: transformar datos en decisiones
Les propuse un desafío: analizar datos simulados de tres comunidades rurales y, con nada más que papel y lápiz, identificar sus principales problemas de salud, priorizarlos y diseñar estrategias de intervención.
No buscábamos memorizar conceptos ni repetir fórmulas. La meta era pensar como salubristas interculturales: críticos, sensibles al contexto y capaces de ver más allá de los indicadores.
Así nació una experiencia dividida en tres momentos clave: teoría, práctica y diálogo.
De la teoría a la comprensión: el poder de interpretar datos
Iniciamos revisando los fundamentos del análisis epidemiológico comunitario: cómo leer cifras, reconocer patrones y, sobre todo, entender qué nos dicen los datos sobre las personas detrás de ellos.
Reflexionamos sobre las fuentes de información y las metodologías de priorización —como la matriz de Hanlon o el análisis de Pareto—, pero lo hicimos desde una perspectiva poco usual: la interculturalidad como criterio de análisis.
Pregunté al grupo:
“¿Qué datos conocen sobre su comunidad y cómo se usan para tomar decisiones?”
Las respuestas fueron reveladoras. Muchos se dieron cuenta de que, aunque los datos existen, no siempre se traducen en acción.
Cuando los números cuentan historias: el análisis práctico
La segunda parte fue el corazón del taller.
Dividimos al grupo en equipos y entregamos tres escenarios simulados:
Una comunidad otomí con altos niveles de anemia y baja cobertura de agua potable.
Un pueblo mestizo donde la obesidad y la diabetes están en aumento.
Una comunidad mazahua con baja vacunación y fuerte apego a la medicina tradicional.
Cada grupo debía analizar los datos, identificar los principales problemas, discutir las causas y, con una matriz de priorización dibujada a mano, decidir qué problema atacar primero.
Las conversaciones fueron intensas. Algunos equipos debatían sobre si la magnitud debía pesar más que la factibilidad. Otros se preguntaban cómo incluir los saberes locales en la solución.
Al final, todos entendieron que la priorización es un acto técnico, pero también profundamente ético y cultural.
De la reflexión a la acción: diseñando estrategias
Una vez elegido el problema prioritario, cada equipo diseñó su mini estrategia de intervención intercultural.
Con trazos rápidos, los estudiantes esbozaron objetivos, acciones clave y actores comunitarios.
Algunos propusieron campañas educativas con parteras y promotores locales; otros, alianzas con escuelas o asambleas comunitarias.
El papel se llenó de ideas, flechas y símbolos: una radiografía viva de cómo la evidencia y la cultura pueden dialogar.
Pensar en comunidad
En la fase final, los grupos presentaron sus propuestas y discutimos juntos los aprendizajes.
Las preguntas guía abrieron reflexiones profundas:
¿Qué papel juega la cultura en la selección de un problema de salud?
¿Qué tan técnica o social debe ser una decisión sanitaria?
¿Cómo podemos asegurar que las estrategias respeten las cosmovisiones locales?
Fue inspirador ver cómo, al final del taller, cada participante comprendió que los datos no son solo cifras: son voces, contextos y oportunidades para construir salud con y desde la comunidad.
De los datos a la acción: una forma de mirar distinto
Este taller no pretendía enseñar fórmulas, sino formas de pensar.
Formas que combinan la rigurosidad del análisis epidemiológico con el respeto por la diversidad cultural.
Porque en salud intercultural, la ciencia no sustituye la sabiduría local: la complementa.
Y cuando ambas se encuentran, los datos dejan de ser fríos números para convertirse en puentes hacia comunidades más saludables, participativas y empoderadas.
¿Por qué importa este enfoque?
Porque en un país tan diverso como México, no hay una sola manera de entender la salud.
Cada comunidad tiene su propio lenguaje, sus prioridades y su visión del bienestar.
El verdadero desafío está en escuchar lo que los datos dicen… y lo que las personas callan.
Del aula al territorio
El taller “De los datos a la acción” fue más que una actividad académica; fue un ejercicio de ciudadanía y empatía.
Una invitación a que los futuros profesionales de la salud intercultural aprendan a pensar con cabeza técnica y corazón comunitario.
Al final, todos nos quedamos con una certeza: Los datos son solo el inicio. La acción comienza cuando la comunidad participa.

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