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Humanismo médico en la formación y en la práctica médica

  • Foto del escritor: Carlos A. Valenzuela
    Carlos A. Valenzuela
  • 29 oct
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 8 nov

¿Qué significa ser un médico humanista en la era de la inteligencia artificial?


Participé en un panel académico en la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas “Dr. Ignacio Chávez” de la UMSNH titulado “Evolución del humanismo médico a través del tiempo”. Compartí mesa con el Dr. José Alfonso Villa Sánchez, director de la Facultad de Filosofía de la UMSNH, y con Francisco Joany Ramos Arreola, médico en formación.


El auditorio estaba lleno de estudiantes, docentes y profesionales de la salud. Todos teníamos una inquietud común: cómo seguir siendo humanos en una medicina cada vez más tecnológica, más veloz, más impersonal.

Fue allí donde lancé la pregunta que guió toda mi reflexión:

“¿Qué significa ser un médico humanista hoy, en un mundo donde la inteligencia artificial puede diagnosticar mejor que nosotros?”

Esa pregunta me acompañó durante días.Porque sí, los algoritmos pueden detectar una neumonía con una precisión milimétrica, pero hay algo que ninguna máquina puede replicar: la mirada que reconoce al otro como ser humano.


En tiempos donde la tecnología avanza más rápido que la ética, el humanismo médico no es una reliquia del pasado. Es una necesidad urgente. Es el puente entre la ciencia y la compasión. Ser médico hoy no se trata solo de curar cuerpos, sino de entender por qué enfermamos como sociedad.


La historia de Doña Elena: una lección que no vino en los libros


Durante una práctica de salud comunitaria, en una pequeña localidad del Bajío michoacano. El centro de salud era una casita blanca con más esperanza que insumos.


Un día llegó doña Elena, 45 años, con diabetes descompensada, úlceras en las piernas y una expresión de cansancio que decía más que cualquier análisis. Uno de los pasantes, frustrado, me dijo:


“Profesor, ¿cómo quiere que la controlemos si no sigue el tratamiento?”

En lugar de responderle, decidimos escucharla.


Doña Elena caminaba dos horas diarias para llegar al centro. Vivía con tres nietos porque sus hijos habían migrado, y apenas podía pagar una comida al día. Había dejado las pastillas porque prefería comprar leche para los niños.


En ese instante entendí algo que ningún manual clínico me había enseñado:su problema no era la falta de adherencia, era la falta de condiciones para vivir dignamente.


Esa tarde comprendí que el humanismo médico no termina en la consulta.Comienza cuando miramos más allá del cuerpo y reconocemos que la enfermedad, muchas veces, es el reflejo más crudo de la desigualdad.


La evidencia también habla: el humanismo mejora la salud


Podríamos pensar que el humanismo es solo empatía o buena voluntad. Pero no. Hay datos que lo respaldan.


Estudios publicados en JAMA y The Lancet Global Health demuestran que la atención centrada en la persona mejora la adherencia al tratamiento, reduce las complicaciones crónicas y aumenta la satisfacción profesional del médico.


Y aquí viene un dato contundente:La Organización Mundial de la Salud estima que hasta el 70% de los determinantes de salud están fuera del sistema sanitario.


Educación, vivienda, alimentación, empleo, redes sociales de apoyo… Eso que no aparece en los expedientes clínicos, pero define si alguien enferma o se mantiene sano.

Por eso el humanismo médico debe trascender la bata blanca.

No basta con escuchar con empatía. Hay que actuar con conciencia social.Entender por qué enferma un pueblo, no solo por qué enferma una persona.


Vivir el humanismo desde la salud pública


Entonces, ¿cómo se vive el humanismo médico en la práctica, desde la salud pública?Les comparto tres caminos que he aprendido con los años.


  • Ver a la comunidad como paciente

Así como auscultamos un corazón, aprendamos a auscultar un barrio. Escuchar sus ruidos, sus silencios, sus carencias.Un médico humanista no solo pregunta “¿qué le duele? ”También se pregunta “¿qué pasa alrededor que le está haciendo daño?”


  • Practicar la medicina con conciencia de contexto

Antes de juzgar, comprendamos.

No es lo mismo hablar de “dieta saludable” en una ciudad con supermercados que en una comunidad donde no hay agua potable.Ser humanista es adaptar la ciencia a la realidad, no imponer la teoría sobre la vida.


  • Aliarse con otros saberes

El humanismo médico no se construye en soledad.Necesitamos trabajar codo a codo con trabajadoras sociales, enfermeras, psicólogos, promotores de salud y líderes comunitarios.

La salud no se cuida desde un escritorio; se construye en comunidad.

Cuidar la salud es, en el fondo, un acto colectivo de justicia.


Más allá de la técnica: el futuro del humanismo médico


Cuando pienso en el futuro de la medicina, no imagino hospitales llenos de robots ni diagnósticos automáticos. Imagino médicos capaces de sentir el dolor ajeno y entender su causa estructural.


Porque el humanismo médico no se enseña solo con libros;se aprende caminando comunidades, mirando rostros, escuchando historias.


Cada paciente, cada familia, cada barrio nos recuerda que la medicina no es solo ciencia: es compromiso, compasión y justicia social.


Así que, la próxima vez que te preguntes:


“¿Qué tipo de médico quiero ser?”

Recuerda esto: Un médico humanista no solo cura cuerpos. Un médico humanista transforma realidades.


El humanismo no es una asignatura, es una forma de estar en el mundo.

Y la salud pública, cuando se vive con empatía, puede convertirse en la herramienta más poderosa para sanar no solo personas, sino comunidades enteras.


En tiempos de inteligencia artificial, recordemos que lo más humano de la medicina… sigue siendo el médico.

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