Amor propio: ¿Aceptación o excusa para ignorar la salud?
- saludpublicadigital
- 10 ago 2023
- 3 Min. de lectura
La delgada línea entre la autoaceptación y la normalización de hábitos poco saludables
Hoy en día, hablar de amor propio es casi obligatorio. Las redes sociales están inundadas de discursos que nos invitan a querernos tal como somos, y eso, en esencia, está bien. Pero… ¿qué pasa cuando este concepto se malinterpreta?
No venimos a hablar de quienes se desnudan frente a la cámara con el pretexto de la autoaceptación. Venimos a hablar del amor propio en su forma más profunda, esa que no siempre se muestra en selfies o discursos virales. Vamos a hablar del amor propio que, en ocasiones, se confunde con la normalización de la obesidad.
¿Se puede amar el cuerpo y a la vez poner en riesgo la salud?
En los últimos años, ha ganado fuerza un movimiento que busca romper con la gordofobia y promover la aceptación de todos los cuerpos, sin importar su tamaño. Este enfoque, en principio, busca justicia, respeto y dignidad para todos. Sin embargo, cuando se convierte en una defensa a ultranza de cualquier condición física —incluidas aquellas que representan riesgos reales para la salud—, el mensaje se distorsiona.
Aceptar a las personas con cuerpos grandes no debería ser sinónimo de ignorar los peligros de la obesidad. El amor propio no se trata de romantizar condiciones médicas, sino de entenderlas, atenderlas y, sobre todo, de cuidarnos.
Amor propio no es rendirse ante lo que nos hace daño
Decir “así soy y así me quedo” puede sonar empoderador, pero no siempre lo es. Amar nuestro cuerpo implica también hacernos responsables de él. No se trata de cambiar por presión social, sino por compromiso personal con nuestra salud.
La obesidad es una condición compleja. No es solo cuestión de voluntad. Factores genéticos, ambientales, emocionales y culturales juegan un papel importante. Pero también es cierto que está asociada a riesgos como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otros problemas serios que no deben pasarse por alto.
La trampa de la “aceptación” sin acción
Algunos discursos que promueven “aceptar cualquier tamaño corporal” como una forma de amor propio terminan, sin quererlo, desincentivando el cambio o la mejora. La aceptación debe ser el punto de partida, no el punto final.
Aceptar no significa resignarse. Significa reconocerse sin juicio, pero con honestidad. Significa decir “me respeto tal como soy” mientras trabajo por lo que quiero llegar a ser: una versión más sana, más fuerte, más feliz de mí mismo.
¿Y si redefinimos el amor propio?
Amor propio es cuidar lo que pensamos, lo que sentimos y, sí, también cómo nos alimentamos y nos movemos. Significa dormir bien, manejar el estrés, pedir ayuda cuando la necesitamos. Significa no avergonzarnos de nuestro cuerpo, pero tampoco dejarlo a la deriva.
El enfoque no debe ser la apariencia, sino el bienestar. Comer mejor, moverse más, cuidar nuestra salud mental… no son castigos. Son actos de amor.
El equilibrio es la clave
Como sociedad, necesitamos construir un discurso que no juzgue a nadie por su físico, pero que tampoco ignore los riesgos reales de estilos de vida poco saludables. Debemos reemplazar la crítica por la compasión y el estigma por el apoyo.
La autoestima no debe convertirse en una excusa para dejar de cuidarnos. Al contrario: querernos debería motivarnos a hacer lo mejor por nosotros mismos.
Amar también es mejorar
Cada persona merece respeto, empatía y acompañamiento en su camino hacia una vida plena. No se trata de encajar en estándares estéticos ni de responder a expectativas externas. Se trata de cuidarse desde el amor, no desde el miedo ni la vergüenza.
Así que la próxima vez que hables de amor propio, pregúntate: ¿esto me ayuda a ser más saludable, más feliz, más libre?
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