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¿Qué es realmente la salud? La historia que cambiará tu forma de verla

  • Foto del escritor: saludpublicadigital
    saludpublicadigital
  • 31 mar 2024
  • 3 Min. de lectura

¿La salud es simplemente no estar enfermo? Esta visión limitada ha quedado atrás. Acompáñanos a repensar qué significa realmente estar saludable, con una historia real que ilustra por qué debemos mirar más allá de los síntomas y adentrarnos en las causas profundas del bienestar.


Un niño, una enfermedad y una verdad incómoda


Hace algunos años, en un vecindario golpeado por la pobreza, vivía un niño de 11 años. Su hogar, un pequeño y deteriorado tugurio, estaba marcado por la humedad, el hacinamiento y la falta de acceso a servicios básicos. Pero no era solo la precariedad lo que lo rodeaba, sino también una amenaza invisible: la enfermedad.


Aquel niño sufría pancreatitis recurrente. ¿La causa? Una obstrucción provocada por parásitos intestinales. Tras cinco crisis dolorosas, los médicos finalmente encontraron la raíz del problema: ascaris lumbricoides, una lombriz intestinal común en contextos con malas condiciones sanitarias.


Pero el diagnóstico no bastó. Aunque pudieron tratar la infección, la verdadera recuperación solo llegó cuando se abordó el verdadero enemigo: el entorno que lo enfermaba. Esta historia, tan cruda como reveladora, nos lleva a una pregunta esencial: ¿podemos hablar de salud sin hablar de contexto?


La salud no es lo que creías


Durante mucho tiempo, la salud se definía únicamente como la ausencia de enfermedad. Si no tenías fiebre, no sentías dolor ni ibas al médico, se asumía que estabas sano. Una visión limitada que ignoraba muchas realidades silenciosas.

Pero todo cambió en los años 60, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un giro a este concepto: "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades."


Una definición revolucionaria... pero ¿realista?


Algunos expertos señalan que este ideal de “completo bienestar” puede ser utópico. A eso se suma la ciencia moderna, que ha demostrado que muchas enfermedades pueden ser asintomáticas, es decir, no presentan síntomas aunque estén presentes. Entonces, ¿cómo medimos la salud?


Salud: una red de factores conectados


Más allá de los síntomas, la salud está tejida por una compleja red de determinantes. Biología, genética, ambiente, educación, economía, cultura, religión, y más. Todos juegan un papel.


En los años 70, el ministro de salud canadiense Marc Lalonde propuso un modelo que aún hoy sigue vigente. En él, estableció que la salud no depende únicamente de los servicios médicos, sino de cuatro grandes pilares:


  • Biología humana

  • Estilo de vida

  • Ambiente

  • Atención sanitaria


Es decir, no es suficiente tener hospitales. Necesitamos ambientes que no enfermen, estilos de vida que favorezcan el bienestar, y comunidades comprometidas.


Vivir sano no es solo una decisión personal


“Haz ejercicio”, “Come bien”, “No fumes”. Los consejos son conocidos, pero a veces suenan vacíos. ¿Por qué? Porque no basta con tener la voluntad. Muchas veces, el entorno no lo permite.


Piénsalo: ¿cómo puedes comer sano si los alimentos saludables son caros? ¿Dónde haces ejercicio si no hay espacios seguros? ¿Qué opciones tienes si vives en una zona sin centros médicos cercanos?


Aquí entran en juego los determinantes sociales de la salud: condiciones en las que nacemos, crecemos, vivimos y trabajamos. Estos factores, que a menudo escapan del control individual, tienen un impacto directo sobre nuestra salud.


Curar no es suficiente: hay que prevenir desde la raíz


Hoy sabemos que la mayoría de los problemas de salud tienen que ver con lo social y lo económico. Y sin embargo, seguimos invirtiendo más en curar que en prevenir.


Las personas más pobres tienen menos acceso a la salud, se enferman más y mueren antes. Es un patrón global que no debería existir en un mundo con tantos recursos disponibles.


Entonces, ¿por qué seguimos fallando?

Porque aún no entendemos que la salud no es un lujo, ni una responsabilidad individual. Es un bien colectivo que necesita políticas públicas sólidas, entornos sanos y comunidades informadas.


¿Qué podemos hacer?


La historia del niño con pancreatitis termina bien solo cuando se le ofrece un entorno distinto. Esa es la clave. No tiene sentido curar en un hospital si, al salir, la persona vuelve a las condiciones que la enfermaron.


Para avanzar, necesitamos cambiar nuestra forma de pensar. Como profesionales de la salud, como autoridades, como ciudadanos.
La salud pública debe ser una tarea compartida. Y eso empieza por mirar más allá de la enfermedad, para comprender todo lo que la causa.

Un compromiso que compartimos contigo


En Salud Pública Digital, creemos que informar es también cuidar. Por eso, estamos aquí para ayudarte a entender los aspectos más profundos, humanos y sociales de la salud. Porque solo con conocimiento, conciencia y acción, podemos construir un mundo más sano para todos.


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